Concepción de la Soberanía para Hobbes
Thomas Hobbes es considerado uno
de los autores modernos que mayores aportes ha hecho al pensamiento político de
occidente; sus obras en otras áreas como las ciencias naturales no han sido tan
reconocidas ni tienen tal trascendencia como en el área de las ideas políticas.
La concepción de soberanía y su
visión del Estado surgen como respuestas a problemas históricos concretos que se
desarrollaban en la Inglaterra de mediados del siglo XVI, sumida en una gran
tensión y la creciente necesidad de orden hacen a Hobbes un férreo defensor del
absolutismo. Sin embargo, uno de los aspectos mas significativos de su obra no
es solo la defensa al absolutismo sino el como lo hace; el pacto entre los
hombres para elegir al monarca es uno de los más poderosos refuerzos al
absolutismo como forma de gobierno. Una de las grandes disputas de la época se
centraba en torno al derecho que tenía el monarca a gobernar a los súbditos, cuales eran sus limitantes
y hasta que punto estan limitantes afectaban la noción de soberanía, al extremo
de considerarle tiránico.
Catalogar a la monarquía como
tiranía para Hobbes significaba una amenaza de regresión al Estado de
Naturaleza y por lo tanto era inconcebible en la óptica Hobbesiana. En este
sentido basta recordar lo que el mismo autor comenta al respecto en la parte
final de su obra el Levitan: “Y puesto que el nombre de tiranía no significa en
realidad soberanía, de uno o de muchos hombres (salvo por el hecho de que
quienes usan la primera palabra se suponen escolarizados con aquellos a quien
llaman tiranos)”[1]. Es decir, quienes
denominan tirano al monarca solo son aquellos que no estan de acuerdo con que
detente el poder, son sediciosos que atentan contra la Sociedad Civil que no
estan de acuerdo con los medios de castigos necesarios para proveer la
seguridad.
Estos sediciosos son para Hobbes aquellos
que no comprenden que fuera del Estado es imposible la existencia de una
sociedad, que ésta tiene existencia y significación dentro de la seguridad que
proporciona el ente construido por pacto entre los mismos hombres donde las
pasiones no reinan sino que la razón se impone, con todos los valores que se
asocian a ella entre los que de manera primaria se encuentra la tan anhelada
seguridad; que no es posible en el estado de naturaleza, donde el amor propio y
la igualdad natural crean un incipiente miedo a las acciones de los otros. El miedo reciproco hace imposible el
desarrollo de una vida en común bajo ciertos parámetros de orden.
Es precisamente la tolerancia con
aquellos que confunden el ejercicio de la soberanía con tiranía lo que
constituye una semilla maligna muy perjudicial,
puesto que atenta contra una construcción basada en los poderes de la mayoría
de los hombres unificados en la voluntad de una persona natural o civil. Hobbes
la recuerda porque considera necesario advertir sobre aquello que podría poner
en peligro la seguridad alcanzada por los hombres bajo la obediencia a un poder
común; arriesgando lo que el autor denomina “deseo de tranquilidad y deseo
sensual”. Estos deseos son los que permiten que el hombre se despoje de su
propia capacidad para darse protección con su esfuerzo y trabajo de las
lesiones y la muerte misma, que es su mayor temor y se la entregue a alguien
que pueda velar por la seguridad de si mismo. Esto a través de un poder
coercitivo que obligue de manera igual a los hombres a cumplir sus pactos por
temor al castigo.
La palabra tiranía significa ni más, ni menos, la palabra soberanía en
el sentido de que no es otra forma de gobernar distinta a la monarquía, es para
Hobbes en este particular una forma de
catalogar el ejercicio de la soberanía por aquellos que no toleran el sistema
monárquico. En este mismo orden de ideas, el autor moderno nos advierte que
“…no son los nombres de otras formas de gobierno, sino de las mismas formas mal
queridas. Pues quienes estan descontentos bajo la monarquía la llaman tiranía”[2]. Para Hobbes es preferible
cualquier forma de gobierno hazte de no poseer ninguna, aunque advierte como es
evidente que la tiranía no es otra forma.
La noción de Soberanía
Ahora bien, la soberanía es más
que un concepto abstracto para Hobbes y para llegar a ella y justificarla parte
de premisas lógicas a través del desarrollo de la vida del hombre en etapas
históricas bien diferenciadas; esta construcción es us una muestra muy significativa
de su interés por la geometría y la influencia que tuvo en su pensamiento.
La soberanía tiene sus
características definidas en monarquía, entre las que pueden contarse: el
interés privado es igual al interés público, el monarca recibe consejos de
quien y cuando quiera, su opinión no esta sometida inconstancia alguna, entre
otros. Estas características se convierten en la manera más ilustrativa de
justificar la necesidad de la soberanía en el ejercicio del poder, donde se obedece por protección y seguridad,
donde la sociedad civil no tiene sentido, siquiera es posible plantearse su
existencia sin la necesidad de un poder soberano. En este sentido, Hobbes
plantea lo siguiente:
En primer lugar, la igualdad natural entre los hombres,
es decir que entre ellos no exista diferencias tan grandes que permitan que uno
reclame para si alguna cosa que otro también considere que pueda poseer produce conflicto y por lo tanto una
creciente inseguridad. Puesto que, precisamente al poseer mismas capacidades
surge la igualdad en la esperanza de alcanzar fines determinados.
Esta inseguridad lleva al
hombre a plantearse que la manera de prevalecer y conservar su seguridad es adelantándose. Esto significa utilizar
todos los medios de dominación que estén a su alcance para intentar someter a
tantos otros hombres como le sea posible buscando que sobre si mismo no se
levante otro poder que le sea superior y ponga en peligro su propia
conservación. Este periodo en el que el hombre vive sin que un poder común le
obligue a respetarse mutuamente se le conoce según Hobbes como Guerra
de todos contra todos donde no existe ni seguridad, ni orden, ni estabilidad
donde la sociedad civil no puede por lo tanto siquiera concebirse.
Precisamente esta situación es
la que lleva a los hombres a plantearse un contrato entre ellos mismos y así
establecer una Estado Civil, donde se establece la existencia de un poder
común capaz de obligar a todos los hombres a cumplir su palabra donde el único
temor posible surge de la no obediencia a ese poder y no a las relaciones con
los otros hombres. Este estado civil es
producto artificial de pactos entre los mismos hombres con la finalidad de vivir segura y
cómodamente. Sin embargo, una vez pactado y entregado el poder a la persona
(monarca o asamblea) es necesario que este posea ciertos atributos y poderes
que no estarán limitados por las voluntades individuales de cada pactante. De
esta manera se entrega la posibilidad de hacer lo necesario para garantizar la
seguridad, que no se poseía en el estado de naturaleza y es precisamente a
través de la concepción de Soberanía que explica que dando
a ese ente que ejerce el poder común la posibilidad de recaudar dinero para el
mantenimiento de soldados y administrar
la justicia sin que se erija un poder superior, lo cual seria imposible porque
en si mismo este representa la voluntad de todos. De esta manera, la soberanía
en la noción hobbesiana se define como:
…el alma de la
república, y una vez separada del cuerpo, los miembros ya no reciben su
movimiento de ella. El fin de la obediencia es la protección y allí donde sea
detectada por u hombre, en su propia espada o en la de otro, atrae sobre si y
por naturaleza la obediencia y el propósito de mantenerla. [3]
Es decir, fuera del carácter
soberano de una forma de gobierno solo puede concebirse el retorno al estado de
naturaleza, donde no se obedecen las leyes, donde no se respeta la propiedad ni
la industria precisamente porque todos querrían realizar su propia voluntad que
de manera casi segura será en oposición a sus comunes. La finalidad de la
obediencia como la garantía de seguridad y que el poder común cedido a un
hombre debe mantenerse por el bienestar de todos los que participaron en el
contrato.
Este contrato en el que se basa
la soberanía es un contrato entre
simples individuos y de allí se engendran muchos súbditos y un solo soberano que
carga con la persona denominada república.
Es precisamente de esta manera que Hobbes llega a su concepción de
soberanía, no tras un proceso de ensayo-error sino como un proceso natural que
busca la propia conservación de cada individuo.
[1]
HOBBES Thomas (1651/2007): Biblioteca de
Obras Maestras del Pensamiento HOBBES Leviatán. Buenos Aires, Editorial
Losada.
[2]
HOBBES Thomas (1651/2007): Biblioteca de
Obras Maestras del Pensamiento HOBBES Leviatán. Buenos Aires, Editorial
Losada. Capitulo XIX.
[3]
HOBBES Thomas (1651/2007): Biblioteca de
Obras Maestras del Pensamiento HOBBES Leviatán. Buenos Aires, Editorial
Losada. Capitulo XXI.
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