lunes, 5 de septiembre de 2011

Consideraciones Sobre el Proceso de Descolonización de Venezuela



  Es innegable el hecho de que Venezuela  para mediados de los años setenta, tenia como toda nación capitalista subdesarrollada una dependencia casi absoluta para con Estados Unidos, excluyendo solamente el ámbito formal jurídico – político. Por lo menos de esta forma lo reseña    Federico Brito Figueroa  en Venezuela Contemporánea ¿un país colonial? (1972).

Es evidente que el imperialismo en la actualidad no es como el atroz reparto África a finales del siglo XIX, sino que esta de alguna manera un poco más camuflado, basado principalmente en aspectos económicos. Pareciera que las potencias mundiales  han entendido desde hace ya bastante tiempo que la mejor forma de dominación política se centra en el control total de la economía de un determinado país, es decir la administración total de sus recursos limitados por parte de una potencia extranjera que desconoce y da la espalda a las necesidades de la población y sólo busca generar el máximo bienestar a un sector que no representa la mayoría, por lo menos no a nivel poblacional.

En el caso venezolano, es incontrovertible el hecho de que nuestro principal recurso natural (el petróleo) durante mucho tiempo fue controlado por monopolios norteamericanos  que obtenían grandes dividendos por la explotación del recurso y dejaban muy poco a la nación. Los grandes consorcios de Norteamérica controlaban la riqueza petrolera a su conveniencia, lo cual no era de sorprender conociendo nuestro estatus de “subdesarrollo” si ya tal imperio había conquistado los mercados de toda Europa. 


Es comprensible de alguna manera el interés en nuestro país, puesto que además del petróleo existen otras razones por las que Venezuela se consideraba el más importante arsenal colonial del imperialismo militarizado norteamericano, tales como la situación geográfica, fuente de minerales y un Estado acorde a la media y en función de solventar las necesidades de la oligarquía financiera de Estados Unidos, como lo enfatiza Brito Figueroa.

Sin embargo, la perspectiva que nos presenta el autor tiene mucha adhesión a las ideas marxistas (la mayoría de los postulados y datos estadísticos que nos presenta tienen inclinación hacia esta perspectiva metodológica). Aunque todo lo anteriormente mencionado es a la verdad muy cierto, es necesario hacer algunas consideraciones elementales sobre el tema.

En primer lugar en la actualidad, la situación de dependencia para con Estados Unidos ha disminuido en grandes proporciones, si bien es cierto aun no existe una dependencia absoluta se ha logrado y avanzado bastante en este aspecto.

En segundo lugar, el autor muestra el proceso de “descolonización” de la Venezuela contemporánea en función de la progresiva adaptación al ideario marxista. Claro esta, que para 1970 tal consideración era del todo valida, pero hoy día había que plantearlo una y otra vez tomando en cuenta aspectos más que filosóficos y doctrinales.

En tercer lugar, las constantes referencias a los innegables progresos de la revolución Rusa de 1917 como una experiencia mas que estrictamente local, nos llevaría a plantearnos una consideración importante ¿Acaso el fracaso de tal sistema (socialismo) también podría considerarse un resultado no estrictamente local sino universal?

Por ultimo, se muestra a la URSS como ente pacifista y conciliador en la II Guerra Mundial y otros conflictos de escala mundial, olvidando la negativa de desocupación de Alemania Oriental o los Estados Tapones (Lituania, Estonia y Polonia) al terminar la Segunda Guerra ¿No son estas acciones imperialistas?
Con estas consideraciones se quiere expresar que si bien es cierto es imposible negar el proceso de colonización de Estadios Unidos en Latinoamérica, y aun especialmente en Venezuela debido a las características económicas e importancia estratégica que posee, la perspectiva marxista no necesariamente es la apropiada para ofrecer una solución al problema.
La dependencia absoluta podrá alcanzarse cuando existan entes gubernamentales que entiendan que la solución del problema no esta en adhesión total a ideales, que no necesariamente han funcionado en sus lugares de origen, sino trabajar en función de ideales propios, nacidos de nuestra propia realidad histórica, creando una planificación objetiva del país que se desea construir, en el que los principal pilares sean en la practica mas que en el discurso: la educación, salud, buen vivir y cultura (de calidad) y para todos los venezolanos.

              El proceso de descolonización de Venezuela parece un poco  lento, sin embargo  es posible. No podemos negar la existencia de grandes imperios que pretenden controlar el escenario mundial pero la vía no es enfrascarnos en meras discusiones y frases peyorativas y demagógicas sino en el deseo de trabajar para lograr una independencia de pensamiento a través del conocimiento, después de todo este proceso confirmaría la importancia de la educación en el proceso de descolonización que inicio desde hace mucho pero que avanza muy lentamente por la cantidad de tropiezos ideológicos con los que choca una y otra vez.

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